loader image

Archive for agosto, 2011

La Ciudad Vacía. Poemas (III)

El Puente

 

Surto

ante ti

Lo tienes enfrente

¿y ahora qué?

¿serás capaz de atravesarlo?

Llevabas tiempo sin dormir

Pensando

en este momento

Crucial

amagabas pero…

no te atrevías a llegar hasta

aquí]

son sólo varios pasos pero pesan,

pesan toda una vida,

como un petate a la espalda

lleno de piedras

tus complejos, tus miedos

quizá no te dejen avanzar hacia

Tu Sueño.

Quisieras medir tus fuerzas

antes de proseguir

porque sabes que lo que verás

va a cambiar tu

Destino.

¿Acaso no lo deseaste con denuedo?;

¿acaso no mirabas la otra orilla ya de chico?

¿cuántas veces te paraste en la linde

para contemplar,

incrédulo,

mientras pensabas que hasta

el aire

era más puro, más limpio

TODO, sería mejor?

Los pájaros

Lo cruzan a diario

y vuelven tal como partieron

Las hojas se mecen

arrastradas

de un lado al otro;

sí, a veces retornan

Ocres

y  sin duda, antes fueron

Verdes,

Pero reconocerás que todo es recíproco,

¿o no?

Desde enfrente

¡aspavientos!

Te llaman para que te unas a

ELLOS.

Dudas, no te decides,

Sabes que quizá no te vuelvas a dar

Otra Oportunidad.

Y miras atrás

te aferras al miedo que sube

por tu estómago,

sientes que no vas a poder

Resistirte,

tu petate pesa, como una

Losa.

Pero ya está todo decidido,

no puedes evitarlo

¡Al fin te encaminas!

Tus pies arrancan, primero pesados

Sientes

la Brisa

en la cara, suave caricia,

ahora los pasos

se vuelven ligeros

y caminas deprisa,

AVANZAS]

Ya en el otro lado,

Vuelves la vista por última vez

y ves que la bruma ahoga tu barrio,

el polvo compite con la

Aridez

por ser el más fuerte;

la lágrima resiste a caer

por no ser la más débil;

¿Y tú?,

tu sólo ya miras de frente

mientras pasas al lado

del frío metal que sujeta la estructura del

Puente.

 

La Ciudad Vacía. Poemas (II)

Cerca está la Felicidad

Escombros,

polvo, calles sin asfaltar,

alcantarillas exudan al ras

ríos de heces

donde germinan malas

hierbas]

y cables desnudos fríen las patas

de inocentes pájaros.

Tuviste un sueño

acabaron tus penurias

cruzaste el Rubicón

extasiado

NO MIRABAS ATRÁS

porque querías salir

de aquí.

Pero los sueños se equivocan;

Cierto, erraste por poco

Todavía

Aún

lo tienes al alcance de la mano,

lo ves todos los días,

SÍ ¡ahí! ¡ahí!

Y lo deseas todos los días

SÍ ¡allí! ¡allí!

Sin embargo no puedes entender

el porqué

no lo alcanzas, se te escapa

¿es otro mundo?

Quizá no es real,

quizá sólo sea un espejismo

pintado

sobre el hermoso cielo.

La Felicidad,

la felicidad,

que te sacará de este oscuro

agujero

se encuentra a trescientos metros

sólo te separa

físicamente

el muro de coches, la carretera;

sólo te separa

en tu corazón

creer, CREER que puedes,

aceptar que perteneces

por derecho

a aquellos que son felices

que se consideran felices,

sí, felicidad

¡Felicidad!

¡Está tan cerca!

La Ciudad Vacía. Poemas. (I)

No creo que este poemario sea la excepción que confirma la regla. A mi entender las fotos que conformaron esta exposición reflejaban la belleza, incluso aquella belleza que pueden llegar a tener las cosas que a priori nos parece imposible que pudieran llegar a tenerla; los arrabales de una ciudad, las infraviviendas, los servicios malos o inexistentes, pueden genrar estampas dotadas de sutil belleza.

No fue mi intención al crear “City Emptiness”,  justificar o denunciar nada, sólo dejar a los espectadores con la opción de contemplar algo que podía ser bello, algo sobre lo que pasamos delante todos los días sin fijarnos,  a pocos metros de la M-30 en este caso, podría ser cualquier otra ciudad, agobiados por las prisas, el trabjo, los colegios, una cita….. Lo cierto es que cuando contemplé el resultado final, ví que se podía contar una historia, no sólo visual, sino literaria, en este caso poética, y decidí que algún día ésta vería la luz.

La historia la forman cinco fotografías de la exposicicón y cuenta el viaje de un ser anónimo en busca de un posible mundo mejor, en las antípodas de su vida cotidiana, pero a dos pasos de distancia de ella. El poemario lo publicaré en cinco diferentes entradas.

Es la primera vez que publico un texto escrito, aunque tengo varios, sobre todo relatos, y algunas historias sin terminar que podrían ser más largas, por lo que ignoro totalmente su posible calidad, y pido de antemano una crítica constructiva, y cierta conmiseración por mi posible torpeza.

 

La Ciudad Vacía

Gélida noche, vuelta a casa,

tras la ventana

del último tren,

contempla aturdido,

embotado,

el paso silencioso

de la ciudad dormida, desierta,

de la que cree oír la rítmica respiración

de su profundo sueño,

y piensa

en la relación de su ser

con el gigante de piedra

que durante el día le atrapa,

como a miles de otros seres,

en la vorágine,

actividad frenética,

reglada,

y a la vez caótica,

despojada de toda humanidad,

cruel y misérrima,

y los sentimientos

y los anhelos

de sus moradores chocan,

se cruzan, se rechazan, se juntan,

pero que al anochecer,

enfundada en raso negro,

nos permite vislumbrar nuestro propio yo,

como naufrago solitario

en un océano calmo e inabarcable,

iluminado por la luna llena,

y así poder zambullirnos

sentido último de nuestra existencia.

Así, mientras

ya camina

por el apeadero de la estación,

con las manos en los bolsillos,

cual fantasma errante

en busca de consuelo

no correspondido,

y la cara ajada por el punzante

Frío,

las preguntas fluyen

confusas

por delante de su mente aterida,

como maderos flotando,

Río

sin guía de expertos gancheros,

y las respuestas

se agolpan,

inconexas, desordenadas,

siempre acusadoras;

¡no hiciste!, ¡no quisiste!, ¡no debiste!, ¡no pudiste!,

por lo que él,

agobiado,

apremia el paso,

bajo la tenue luz

de las farolas,

y se pierde

en el negro manto de la ciudad

vacía.

 

 

 

 

 

 

 

Mi mirada: contemplación, belleza. (II)

Vivimos en un mundo que se mueve deprisa, muy deprisa. Los días siguen teniendo veinticuatro horas, pero muchas veces nos parece que nos falta tiempo para hacer o ver cosas. Estamos saturados de información que nos llega de todos lados y por multitud de canales, absorbemos pero no retenemos, nuestro cerebro se está adaptando a los nuevos tiempos pero ya nos es difícil recordar algo que hayamos aprendido, más bien, dedicamos mucho tiempo y esfuerzo en recordar dónde está almacenado aquello que vimos, leímos, escuchamos o dijimos.

Con el arte pasa lo mismo; somos multitud los creadores que gracias a las nuevas tecnologías pretendemos compartir con más o menos éxito lo que llevamos dentro, y el público no puede dedicar demasiado tiempo a algo o a alguien en especial, so pena de quedarse atrás, en estancarse, en no estar a la última. Todo ello sin contar el bagaje cultural que llevamos a nuestra espalda, con los diversos estilos en todas las ramas del arte a través de la historia. En resumen, si todo lo queremos ver, si todo lo queremos saber, sólo podremos mirarlo, sólo podremos dedicarle un mínimo espacio de nuestro tiempo, no podremos profundizar, nos será casi imposible contemplar.

Cuando decidí hacer la serie sobre Roma, viajé a aquella ciudad dos veces en el año 2008 por espacio de unas tres semanas. Lejos de dedicarme a tirar fotos de manera compulsiva, y predicando con el ejemplo de mi decisión durante el encuentro con los turistas, no hice en ese tiempo más de trescientas fotos, ¡menos de quince al día!, pero debo decir que a pesar de las largas caminatas y el peso de mi equipo al hombro, alrededor de doce kilos, disfruté como nunca de Roma, no sólo por el trabajo hecho, sino porque antes, durante y después de cada foto, pude contemplar la belleza de lo que fotografiaba. A mi me gustaría, me sentiría plenamente satisfecho, si alguien en su casa mientras lee un libro o escucha música, o cocina o lo que fuere, llegara a mirar una fotografía mía, y su yo interior decidiera dedicarle al menos unos minutos en contemplarla y que le transportase a otro lugar a otro tiempo, a un recuerdo que le hiciese conmoverse; no habría premio mejor para mí, sin duda.

Puente Fabricio, Antichita Romane. G.B. Piranesi. 1756

Ponte Fabrizio, La Antichitá Romane. Giambatista Piranesi, 1756

 

Ponte Fabrizio, homenaje a Piranesi. “Roma; momentos de solitud”. 2009

Contemplación, belleza. Este binomio es el motivo último de mi trabajo. La belleza debe ser contemplada, no mirada; diez minutos, una hora, no veinte segundos, y la contemplación sólo se dirije hacia la bello, y lo disfruta el tiempo que sea menester. Siempre pogo un ejemplo que me ocurrió en una exposición de un fotógrafo chino hace unos años. Viendo aquella exposición llegué a una fotografía en la que aparecía un joven oriental en pantalones pirata y horrible camiseta sin mangas dando un salto, a la vez que un avión parecía querer entrarle por el oido. La fotografía era cara, el autor, quien fuese, de renombre, pero yo me pregunté: ¿pondría yo esa foto en el salón de mi casa?, ¿sería capaz de mirarla alguna vez, sí, quizá la primera o hasta la segunda vez, no más seguro, durante más de diez segundos?. Decididamente no es mi caso. Quizá voy a contracorriente, de hecho lo pienso muchas veces, pero no me importa. Para mí, aquella imagen no era bella. Tendría mensaje, querría contarnos algo, pero yo no podría mirarla una segunda vez, y digo mirarla, nó contemplarla, siquiera cinco segundos. La estética de la contemplación y la contemplación estética alivian el espíritu y relajan la mente. Pero elas necesitan de una acititud apriorística: la abstración del objeto que se contempla de otro significado que no sea la puera contemplación persé. ¿Desprendimiento?, ¿desapego de la realidad?, se me podría objetar. No creo yo que sea así; simplemente mi fotografía no tiene un componente “moral”, no juzga el contenido, el objeto, sólo intenta presentarlo con su belleza intrínseca para poder ser contemplado

Belleza. Existen muchos géneros en la fotografía, pero desgraciadamente casi todos olvidan la belleza en pos del mensaje. Yo no quiero transmitir otra cosa que belleza. Hay grandísimos fotógrafos, mucho más reconocidos que yo, que nos cuentan cosas, situaciones, instantes irrepetibles, momentos únicos, discursos sociales, etc… Yo lo respeto, no soy nadie para no hacerlo, pero a mí sólo me mueve lo bello, algo que se está perdiendo, y a mí me gustaría aportar mi granito de arena, porque contemplar la belleza, lo bello,  nos acerca al UNO, cada cual que lo conciba como quiera, como diría Plotino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi mirada: contemplación, belleza. (I)

Cuando estoy haciendo fotogrfías mucha gente me pregunta por mi cámara, es un armatoste con un cuerpo grande y siempre con trípode, y se queda sorprendida cuando les comento no sólo el tipo de cámara que és, una Hasselblad 503 CW, ¡que bonita!, suelen exclamar, sino el hecho de que disparo sobre película, sólo tengo una pequeña cámara digital, más bien para hacer fotos rápidas a mis hijos, o que mi novia haga fotos para el “making of”, y que además utilice una manivela para pasar el carrete, ¿es vieja esa cámara?, ¿no conoces las digitales?, son dos preguntas habituales. Lo cierto es que utilizo esa cámara primero porque es casi imbatible en definción y calidad de imagen y segundo porque tiene todo lo que necesito para expresear lo que yo veo y como lo veo.

Hasta mi segunda exposición individual no tenía formada una pequeña teoría de cómo quería hacer ver mi trabajo, y porqué quería que fuese visto de una determinada manera. Hasta entonces había realizado una exposición ( “Madrid; arquitecturas soñadas”) con una cámara de 35 mm y algunas fotos de la serie “Paisajes”, que es una seríe con principio pero sin fín, ya con mi “Hassel”. Sí tenía claro que mi nueva cámara me estaba cambiando, estaba formanado en mí un espíritu diferente y que el hecho de tener que utilizar carretes de doce fotografías, utilizar el fotómetro y regular las medidciones en el objetivo manualmente, me gustaba, me daba una especie de paz interior, y hacía que tomase mucho tiempo en hacer una fotografía y pudiese disfrutar del objeto, cualesquiera que fuese, fotografiado. Un viaje a Roma en otoño de 2007, y conversar con unos turistas españoles, me hizo vislumbrar lo que sería mi trabajo a partir de entonces.

Estaba sentado en un banco de una plaza cualquiera, no recuerdo cual, y se me acercaron unos turistas para que les hiciese una foto; resultó que eran españoles y la conversación derivó hacia los lugares que habían visitado en su viaje. Roma era la última etapa de un periplo que incluyó Venecia, Verona, Florencia, Pisa y Roma misma en diez días. Bueno, ¡conocían casi toda Italia!; cuando se fueron me quedé pensando en lo que me habían dicho y me vinieron a la cabeza varias  preguntas: debe ser la sexta o séptima vez que estoy en Roma y todavía no la conozco de verdad. He estado un par de veces en Venecia y sólo tengo vagos recuerdos; habré estado cuatro o cinco veces en la Toscana y en cada nuevo viaje descubro nuevas y maravillosas sensaciones. ¿Cómo es posible que alguien conozca, en sólo diez días cinco ciudades de tamaño considerable, más algunos pueblos de propina en ese tiempo?; ¿que habrían retenido en su retina, si habrán visto decenas y decenas de monumentos y edificios a una media de 5 minutos como muchísimo por cada uno?.

Si yo a veces me puedo pasar una o dos horas sentado delante de la columnata de Bernini en el Vaticano, o que en cada viaje que hago a Roma, mi primer destino es ineludiblemente el cementerio protestante o “de los ingleses” en el que paso horas leyendo las inscripciones y epitafios de las tumbas, incluso bajo una fina y referescante lluvia de primavera, ¿soy un bicho raro o la gente no puede, físicamente hablando, “conocer” nada en cinco minutos?.

Cementerio Protestante (Roma. Momentos de solitud)

En ese momento recordé algunas cosas que había leido sobre la estética en Aristóteles y la  contemplación y la belleza en Plotino. Entonces lo ví claro, yo quería enseñar a la gente a contemplar, que es radicalmente diferente a mirar, porque contemplar requiere tiempo y requiere abstracción, y decidí que mi siguiente exposición estaría dedicada a Roma, y a compartir con los que quisieran verla, lo que yo entendía, y sigo entendiendo, como el objetivo de mi mirada.

Un saludo para comenzar

Esta es mi primera entrada en el blog de mi página web, www.borjademadariaga.es, desde el que intentaré compartir con todos aquellos que tengan a bien leerme, experiencias, pensamientos, escritos y cualesquiera temas relaccionados fundamentalmente con el arte y los artistas, ya sea sobre fotografía, pintura, poesía, literatura en genral, escultura, etc…, que ocupan la base y son la esencia de este blog,  y que con las opiniones y aportaciones de todos podamos pasar buenos ratos. Todo ello vería colmado sobremanera el objetivo primordial que me anima a empezar esta tarea.

Un fuerte abrazo,

Borja de Madariaga